Investigación de la genética de la orientación sexual
Genética de la orientación sexual En un intento por explicar una base genética endocrina para la selección de la conducta homosexual, Rahman y Wilson (2001) creen que durante la evolución humana la agresión intrasexual constituyó un problema adaptativo porque llevó a reducir la supervivencia individual y a incrementar el infanticidio.
Ellos especulan que hubo mutaciones genéticas que tomaron ventaja de una plasticidad neuroendocrina basada en la evolución; por plasticidad, ellos definen un mecanismo de conservación entre vertebrados en los cuales la selección puede actuar y generar variaciones en el fenotipo sexual. Su teoría está basada en el trabajo de Grober (1997), quien estudió peces, los cuales exhibieron una variedad de fenotipos sexuales.
Específicamente, de acuerdo con Rahman y Wilson (2001) hay cambios en el sexo del pez (por ejemplo en los hombres y las mujeres sexualmente activas regularmente se transforman hacia una u otra alternativa) acompañados de cambios en la conducta; el mecanismo neuroendocrino permite esta plasticidad en su habilidad para cambiar la estructura y función que involucra cambios en las hormonas producidas por el eje adrenal hipotalámico de la pituitaria adrenal y el eje hipotalámico de la pituitaria gonadal.
Ellos afirman que las señales sociales afectan los sustratos neurales, los cuales cambian el nivel de hormonas sexuales a través de la retroalimentación asociada con cada eje neural. Además Grober y otros (1991) y Grobre y Sunobe (1996) demostraron que los cambios sexuales socialmente mediados en el gobio marino involucran variaciones significativas en el tamaño de las células del cerebro anterior productoras de algenina vasotoxina.
Los cambios en estas hormonas sexuales causan variaciones estructurales y funcionales en las áreas neurales asociadas con la conducta sexual, como es el caso del área preóptica del hipotalámo.
Estas son las mismas áreas que se cree están asociadas con la orientación sexual en mamíferos, incluyendo humanos. En el trabajo con genes, algunos estudios realizados con gemelos arrojan resultados que sugieren la posibilidad de que la herencia pueda ser un factor que podría afectar a la orientación sexual. Evidencia de esto son los trabajos realizados por Camperio-Ciani, Corna y Capiluppi (2004), Hamer y otros (1993) y LeVay y Hamer (1994), en los que trataron de demostrar, mediante un análisis de ligamiento con marcadores moleculares del cromosoma X, que los hombres homosexuales tienen más parientes masculinos también homosexuales en la rama materna de la familia.
Si el cromosoma X contiene un gen que aumenta la probabilidad de que un varón (XY) sea homosexual, entonces los varones homosexuales que estuvieran genéticamente relacionados deberían compartir marcadores en el cromosoma X que estuvieran localizados en una posición próxima a dicho gen. Por el contrario, si tal gen no existiera, no se podría encontrar correlación alguna estadísticamente significativa entre la orientación sexual de la homosexualidad y los marcadores del cromosoma X.
Hamer y colaboradores (1993) utilizaron 22 marcadores moleculares del cromosoma X (consistentes en secuencias cortas repetidas en tandem un número variable de veces) y los estudiaron en 40 pares de hermanos ambos homosexuales y pertenecientes a familias que no mostraban indicios de transmisión no materna.
Ellos demostraron que había cinco marcadores pertenecientes a la región Xq28 (región subtelomérica del brazo largo del cromosoma X) que en 33 de los 40 pares de hermanos analizados segregaban conjuntamente con la orientación homosexual, mientras que los 17 marcadores restantes mostraban total falta de ligamiento con el comportamiento homosexual.
El análisis genético realizado indicaba un nivel de significación estadístico de más del 99% de que al menos un tipo de comportamiento homosexual masculino está genéticamente influido. Por otro lado, la presencia de siete pares de hermanos homosexuales en los que no se daba el ligamiento entre los marcadores de la región Xq28 y la orientación sexual podría explicarse por la homocigosidad de las madres respectivas, por la posible recombinación entre el marcador y el locus del gen responsable del comportamiento homosexual, por la heterogeneidad genética o por causas no genéticas que producen variación en la orientación sexual.
De cualquier manera, la probabilidad de que se diera por azar el ligamiento en 33 pares de hermanos homosexuales y no se diera en 7 pares, es de 1 cada 200. Además, esta región no contiene información genética que influya en la orientación sexual de las mujeres. Estos resultados pueden sugerir la influencia de la región Xq28 en la orientación sexual; sin embargo, esta región está constituida por unos cuatro millones de pares de bases, es decir, podría contener varios cientos de genes, por lo que es prematuro afirmar que existe un gen específico para esto. Respecto a cómo puede influir en la orientación sexual la región Xq28.
Hamer y otros (1993) y Hamer (1999) demostraron experimentalmente que no se trataba de un gen que codificara para el receptor de andrógenos, esencial para la masculinización del cerebro. Otra posibilidad sería que, de alguna manera, el supuesto gen de la región Xq28 influyera en el desarrollo de aquellas estructuras neuroanatómicas del cerebro que muestran dimorfismo sexual, como es el caso del tercer núcleo intersticial del hipotálamo anterior (Hu y otros, 1995).Aunque estas investigaciones son una fuerte aproximación al esclarecimiento de la forma como la orientación sexual se ha transmitido genéticamente a lo largo de la evolución, aún no se pueden sacar conclusiones determinantes.
Otros estudios que soportan la influencia de una base genética, pero que no descartan la influencia del medio ambiente, son los realizados por Pattatucci (1998), Bailey and Bell (1993), Bailey y otros (1999) y Pillard and Weinrich (1986) en los que se encontró que hombres homosexuales tienen más hermanos homosexuales que heterosexuales. Bailey and Benishay (1993) demostraron que mujeres homosexuales tienen más hermanas homosexuales que heterosexuales, y Pattatucci and Hamer (1995) encontraron tasas elevadas de homosexualidad en hermanas de hombres homosexuales y en hermanos de mujeres homosexuales.
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