18 ago 2020

El miedo de ser VIH Positivo



¿Qué  hacer si tienes VIH?


Parte I

En el primer momento

El conocimiento de un diagnóstico, como es la infección por VIH, supone un gran impacto emocional para la mayoría de las personas debido a todas las dudas relacionadas con el proceso de la infección y por las connotaciones relacionadas con el estigma y la discriminación asociadas al VIH. Esta noticia desencadena una serie de fenómenos que pueden resultar, en la mayoría de los casos, dolorosos e implican una serie de reacciones emocionales de respuesta al cambio de situación que debe asumir la persona, como suelen ser la incertidumbre, la desesperanza, el miedo y la impotencia.


Los primeros instantes al recibir la noticia suelen ser de incredulidad ligada inevitablemente a la negación. “No es posible”, “debe ser un error”, “será un falso positivo”, “esta prueba es errónea o defectuosa” pueden ser algunos de los pensamientos que inundan la mente de la persona recién diagnosticada. Esta fase es la primera de un duelo que se elabora como mecanismo de adaptación a una nueva realidad.

Esas emociones pueden bloquear a las personas, pueden sentir sensaciones de irrealidad, de estar dentro de un sueño del que en cualquier momento despertarán. Es lo que se conoce como despersonalización; esta fase, por lo general, apenas dura unas horas o días, puesto que con el transcurso del tiempo son conscientes de que la vida ha cambiado. Lo importante es que sepan que tienen las riendas de su vida, y que de sí mismos depende hasta que punto permitirán que ese cambio les afecte.

A medida que pasa el tiempo se generan diferentes sentimientos y emociones y esas sensaciones se irán interiorizando, es conveniente buscar apoyo para aceptar esta nueva etapa de la vida.

Es posible que vayan apareciendo nuevas situaciones y dudas que generen sentimientos de pérdidas, tales como ingresos hospitalarios, comenzar el tratamiento, las visitas al médico, la situación laboral, el enfrentarse al comunicarlo a familiares, amigos, parejas y exparejas, las relaciones sexuales, etc., pueden generar situaciones que precisan de un periodo de adaptación que durará más o menos tiempo dependiendo de varios factores hasta llegar a la aceptación de la enfermedad. 

Para llegar a ese punto se debe culminar el duelo, atravesando todas o algunas de sus etapas. Tras la primera fase llega la ira o el enfado, no entendemos por qué ha pasado esto, ¿qué han hecho para merecerlo?, mirando hacia atrás intentando buscar el momento exacto en el que pudo suceder, o incluso motivos que puedan justificar el diagnóstico a modo de condena divina.

Es beneficioso repasar las conductas con la finalidad de aprender y reducir futuras exposiciones a diversas infecciones de transmisión sexual. Sin embargo, el hecho de repasar el pasado en busca de culpables no es una estrategia acertada. Conviene no hablar de culpables, eso lleva implícito un castigo ante una conducta ilícita. Hablemos mejor de responsabilidad, somos responsables de nuestros comportamientos, pero no por ello merecemos un castigo aleccionador como una enfermedad.

Hablar con otras personas que conviven con el VIH ayudará a ver que no es la única persona con esos sentimientos, conocer a otras personas que han pasado por esa situación, compartir con ellas experiencias y sentimientos ayudará a regular esas emociones.

Conocer el proceso de la infección, aprender los conceptos básicos sobre el VIH, conocer organizaciones y personas dispuestas a escucharte, te permitirá tener un mayor control sobre tu vida y te ayudará a sentirte mejor.


Tratamiento



¿Cómo funciona el tratamiento?

los tratamiento varían dependienta el país de cada persona, pero la mayoría son  antirretroviral.

Esto permite a las personas con VIH tener una calidad de vida y una supervivencia cercana a la población general, sobre todo cuando la infección se diagnostica y se trata de forma precoz, es decir, antes de que el VIH produzca una gran alteración en el sistema inmunitario. Por ese motivo es importante iniciar el tratamiento lo antes posible y tener una buena adherencia al mismo. Esto determinará el pronóstico y la esperanza de vida de las personas con VIH. 

Al tomar estos fármacos contra el VIH, se puede ralentizar o evitar el daño en el sistema inmunitario. Estos fármacos no constituyen una cura, pero pueden ayudar a mantener un buen estado de salud y así poder disfrutar de una vida más larga y saludable.

Una persona que viva con VIH y que no tome tratamiento antirretroviral puede tener miles o incluso millones de partículas de VIH (copias) por cada mililitro de sangre, que se están replicando constantemente.
El objetivo del tratamiento es reducir la cantidad de VIH a niveles muy reducidos hasta llegar a indectable.

Para conseguir que el virus no se reproduzca es necesario tomar los fármacos de forma continuada y siguiendo las indicaciones del médico.


El Entorno


Decir que vives con VIH


Como consecuencia del estigma, muchas personas con el VIH se lo piensan dos veces antes de compartir con alguien su estado. Una de las formas de evitar experiencias de estigma y discriminación es ocultar que tienes el VIH.

En muchas situaciones es un tema que, sencillamente, no resulta relevante y es poco probable que surja en una conversación de forma espontánea. Muchas personas con el VIH deciden que la mayoría de la gente con la que contactan no necesita conocer detalles relativos a su estado de salud. 

Por otra parte, revelar que tienes el VIH podría ser la forma más poderosa de la que dispones para combatir el estigma. La decisión de con quién hablar sobre el VIH es muy personal, y lo que resulta correcto para una persona puede no serlo para otra.

 A veces, puede ser útil contárselo a aquellos en quienes confías, o a quienes puedan ayudarte de alguna manera. Si comprenden por lo que estás pasando, pueden ser capaces de darte el amor y el apoyo que precisas. 

Compartir un secreto puede fortalecer la relación y así, además, no tendrás que esforzarte por ocultar tu situación. En ocasiones, las personas a las que se lo cuentes responderán de una manera poco amable, hiriente o con agresividad. Pero esto probablemente pasa con menor frecuencia de lo que la gente tiende a pensar. 

La mayoría de las personas con el VIH se encuentran con reacciones positivas al compartir con los demás su condición. Es más fácil que la experiencia de compartir con alguien que tienes el VIH sea positiva si tienes cuidado al escoger a quién se lo explicas y la manera en que lo compartes.

Te atreves a chalar con afrodita...

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